miércoles, 22 de septiembre de 2010

El precio de fumar Hàchis en mi domicilio...




El precio de fumar háchis en casa. Me encanta, ¡quien pudiera pillar in fraganti fumetas asi!...

lunes, 19 de julio de 2010

Bello






Mine, mine, mine...only mine...
Tiene todo lo que busco en un hombre, de cara interesante y diferente,
simpatico, abierto, de ideas liberales y vida liberal, es original, entiende lo mismo que yo
por amor libre y fidelidad, tiene sentido del humor, es romantico y sabe valorar la ternura y los momentos importantes de la vida.

viernes, 14 de mayo de 2010

lunes, 5 de abril de 2010

sábado, 27 de febrero de 2010

Las mojas depravadas y la descripción asesino en serie catolico

"El cuerpo carnal, descompuesto o magullado, o por el contrario intacto y sin estigmas, fascinaba a los santos y las santas, exaltados por la anormalidad. Esta relación particular con la carne se debe sin duda al hecho de que el cristianismo es la única religión en la que Dios se encarnó en un cuerpo humano a fin de vivir y morir como un hombre y como una víctima. De ahí el estatus concedido al cuerpo.

Quienes querían acceder a la verdadera santidad debían metamorfosearse en víctimas consintientes de los tormentos de la carne: vivir sin alimento, sin evacuación, sin sueño, contemplar el cuerpo sexuado como un montón de inmundicias, mutilarlo, cubrirlo de excrementos, etc.

Margarita María Alacoque* [salesa francesa conocida por sus profundos éxtasis místicos vividos sobre todo en el convento de Paray-le-Monial] afirmaba ser tan delicada que la menor suciedad le revolvía el estómago. Sin embargo, cuando Jesús la llamó al orden, para limpiar el vómito de una enferma no se le ocurrió otra cosa que convertirlo en su alimento. En otra ocasión se introdujo en la boca los excrementos de una disentérica y subrayó que aquel contacto suscitaba en ella una visión de Cristo que la mantenía con los labios pegados a su herida: “Si tuviera mil cuerpos, mil amores, mil vidas, las inmolaría por seros sometida”

Catalina de Siena* [ entró en las hermanas de la Penitencia de Santo Domingo, cultivó los éxtasis y las autotorturas, mortificaciones, canonizada en 1461] declaró un día no haber comido nada tan deleitoso como el pus de los pechos de una cancerosa. Y entonces oyó cómo cristo le hablaba [también tenía esquizofrenia paranoide]: “Mi bien amada, has mantenido por mí duros combates y, con mi ayuda, has salido victoriosa. Nunca me has sido tan querida ni tan grata [...]. No sólo has despreciado los placeres sensuales, sino que has vencido a la naturaleza al beber con alegría, por amor a mí, un horrible brebaje. Pues bien, dado que has realizado un acto que excede a la naturaleza, quiero darte un licor que excede a la naturaleza”

Liduvina de Schiedam* [mística holandesa que vivió toda su vida postrada en una cama] ...quiso salvar ‘el alma [... ...] de sus fieles’ transformando su cuerpo en un montón de basura. [...] Y fue así como a la edad de quince años, horrorizada por la perspectiva del acto sexual, [...] se hundió en la enfermedad. [...]
Se convirtió en el verdugo de sí misma y sustituyó el encanto de un bello rostro por el horror de una cara hinchada.
Durante treinta años llevó la vida de una enferma postrada en una cama, imponiendo a su cuerpo espantosos sufrimientos: gangrena, úlceras, epilepsia, peste, dislocación de los miembros. [...] A la muerte de su madre se privó de todos sus bienes, incluida la cama. Al igual que Job, vivió sobre una tabla cubierta de estiércol, ceñida por un cinturón de crin que metamorfoseaba su piel en una llaga purulenta."

Gilles de Rais* [mariscal de Francia que luchó junto a Juana de Arco en la Guerra de los Cien años, eliminó a trescientos niños de siervos feudales]:
“Rodeado de sus sirvientes, que le servían de proveedores, secuestraba a niños pequeños, arrebatados a familias campesinas, y les hacía sufrir las peores sevicias.
Seccionaba los cuerpos, arrancaba los órganos, sobre todo el corazón, y se aplicaba en sodomizarlos en el momento de su agonía. Con frecuencia, presa del frenesí, se agarraba el miembro en erección para frotarlo contra los vientres torturados. De ese modo entraba en una especie de delirio en el momento de la eyaculación. Preocupado por la estética y perfección teatral, elegía a los niños más agraciados- preferentemente chicos- y se hacía pasar por su salvador, atribuyendo el vicio a sus sirvientes. De ese modo obtenía la mímicas deseadas. Seducidos y seductores, los niños le daban las gracias ajenos a la fuerte excitación que provocaban en él. En el colmo de la locura, les hendía el cráneo y luego entraba en trance, invocando al demonio o transformándose en un desecho, manchado de sangre, de semen y de restos de comida”

[ Nuestro lado oscuro. Una historia de los perversos. Élisabeth Roudinesco. Anagrama. Páginas 24-43]






lunes, 25 de enero de 2010

Música de "AMBIENTE"

"TAN SOLO LOS VANOS SE CONOCEN" (Oscar Wilde)



sábado, 2 de enero de 2010

El sábado: Desayuno...¿con diamantes?, oh, no ,no...Desayuno en el Baño Publico.

La otra mañana me picaba la curiosidad, y no otra cosa...Porque me habían instigado con la insistente propaganda de un baño público donde se hacía cruissing...Había puesto mis expectativas muy altas como otras veces...esperaba deleitarme con una sensacion morbosa sin precedentes, sórdida como pocas, y perversa como más retorcida e íntimamente me puede provocar la mayor de las perturbaciones mentales o sentimentales...Otras veces me comentaban lanzando maldiciones morales contra las practicas de cruissing y contra los follarines que en tal plaza a tal hora se estaban reuniendo como perros, y era entonces cuando yo deliciosamente con secreta complacencia y morbosidad amiga, iba a las dos horas de haberlo escuchado a visitar el lugar a ver si era verdad y contradiciendo una máxima de Cervantes, de apartar los ojos de cosas nefandas, rebozandolos, en cambio, como grasiento pan en manteca colorà...solazando el maravilloso espectaculo, avivando las llamas de mi aburrida y desacostumbrada imaginación...
Esta vez,me conduje con mi moral distraida y la vista descuidada.
Al entrar, la hilera de urinarios estaban ocultos detras de una pared: unicamente vi a un tío más feo que Picio, con las manos nerviosas, menudeando los dedos, dando escuetos paseos, como haciendo tiempo para comerse una polla, alguna de las pollas del lujoso escaparate.
Parecía sacado de una mazmorra medieval, con un rostro desaseado y retorcido, bajito e inquieto- inquieto, no juguetón-.

[¿Por qué la gente que practioa cruissing en esta ciudad tiene un aspecto tan castigado, tan demacrado?. Creí que lo sacaban de una taberna pigre...La última vez que un hombre me insultó en la calle con apariencia de mendigo junto a un jardín fue porque lo ignoré completamente, me gritaba furibundo porque ni lo miraba tocarse el paquete. Fue un día comprometido porque habia decidido ir a un local de ambiente discretamente- una discreción que resulta un poco cinica- gritó más que ninguna alarma, tanto que la gente más inopinada cotilleó minuciosamente como entraba en el local].

Parecía impaciente. La impaciencia, ¡esa gran enemiga del placer!...Qué escaso morbo, un vicio insipido, sin placer...Cómo cambian las cosas cuando se sienten labios generosos e inexpertos, poco curtidos y no desaseados. No, Pablo, no somos dignos, no somos dignos...¡Aparta de mí esa perversión!...jejeje

Me estremecí pensando en su rostro descuidado mientras veía los huecos del entresuelo de las hileras de puertas de los servicios frente a la hilera de los urinarios, varios pies absortos en su reclusión con calcetines remangados.
Se quedó en su rincón el pequeño aprendiz de Quasimodo.
Me reí nervioso e ironicamente complaciente al salir, aunque decepcionado; había puesto muy altas mis espectativas para aquella mañana.

Pensé en otras veces en las que un joven maduro, más o menos apetecible, me habia mirado invitandome desde el reflejo del espejo de espaldas a mí, sonriendome, y sentí una breve y escueta melancolía, muy escueta. Mitigué mis pensamientos con la casta imagen de un hombre insultando como un pitt-bull rabioso y condenando mis castos y silenciosos masajes, al socaire de la playa. Me resultaba tranquilizadoramente ridiculo.











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